martes, 15 de marzo de 2011

Let`s talk about sex


Must soundtrack: Salt n Pepa - Let´s talk about sex


Las oficinas  de mi empresa en la ciudad de México son una delicia. Obviamente elegidas por mí, son estupendas para sobrellevar el difícil proyecto de empezar una empresa de cero. Trabajo cómodamente rodeado de muebles de Herman Miller, esculturas de mexicanos contemporáneos y una carta de cafés y tés que deja a Starbucks al nivel de un café cutre de pueblo.
Cuando recién llegué a estas oficinas hace unas semanas, me asignaron a una ejecutiva de cuenta cuyo trabajo es el ver que no nos haga falta nada y que estemos felices trabajando en el edificio. Lo simpático de esta fémina en cuestión, es que al conocerla, lejos de viborearle los zapatos, su ropa y su peinado como hago habitualmente con las mujeres que me rodean, solo pude fijarme en los hermosos ojos color miel que tenía, así como la sonrisa perfecta con la que me daba una cordial bienvenida a mi nuevo centro de trabajo.
Han pasado varias semanas, y cada dos días a lo mucho que nos topamos en los pasillos o tenemos que hablar por algún tema de salas de juntas o de necesidades de la oficina, no puedo evitar sentirme “nervioso” cuando hablo con ella; lo peor es que noto que es recíproco.  El otro día protagonizamos en la cafetería una de las pláticas mas raras y accidentadas que he tenido, ya que la pobre mujer visiblemente tensa tiró su taza de café, yo al tratar torpemente de ayudarla tiré una silla; en fin, una escena televisiva a la  Friends a toda regla, pero al estar en México, esta serie  se hubiera llamado “Cuates”.
El detalle está en que el jueves tenemos un evento de bussiness after hours para conocer a otras empresas alojadas en el  edificio, y me ha insistido por correo varias veces ir al evento de trabajo y posteriormente a una cata de Whiskeys.  No  soy tonto y se que es porque en parte su trabajo es que yo esté feliz, pero hoy me encontré a mi mismo especulando si no será que quiera que nos conozcamos más, y la verdad, no me desagradó la idea.
Soy un gay hecho en México, o al menos es lo que  creo firmemente desde hace 11 años, cuando decidí salir del closet con propulsión a chorro; entonces, ¿por qué a mis casi 30 años me puede seguir dando la duda de conocer a una mujer? ¿hasta qué punto podemos estar 100% seguros que aún cuando nuestra inclinación sexual sea más por los paquetes que por las pechugas, podemos todavía sorprendernos al encontrar a una mujer no solo atractiva sino digna de ser conocida más a fondo?.
Estoy totalmente seguro que mi vida sexual con los hombres ha sido plena, y gracias al cielo cada vez lo es más, tirando límites impuestos por mí mismo para disfrutarme a mí y a la pareja en turno con lo divertido que es el placer en 360º.   Realmente dudo debido a mi histórico en relaciones, que hoy en día cambie la bandera de mi barco, y objetivamente hablando, no me pasa por la cabeza como sería nuevamente emprender una relación con una mujer, mucho menos siendo yo una “mujer psicológica” durante tantos años.
Como gay reconocido, nunca creí en la bisexualidad como una opción real; ya que generalmente la transición que la mayoría llevamos para “sentirnos menos mal” al salir del closet,  es inicialmente creernos bisexuales en la juventud para luego asumir que nos encanta el arroz con popote en la madurez; algo así como pasar del triciclo a una bici con rueditas y finalmente lanzarnos con la bicicleta de montaña. A la fecha y aún con este encuentro tan raro  a estas alturas de mi vida con esta fémina; soy gay, y sigo pensando que psicológica y fisicamente quiero a un hombre como pareja; pero aún así, esta brevísima experiencia me lleva a pensar en que esa “discriminación” sobre los bisexuales a pensarlos en gays reprimidos, es definitivamente inapropiada.
Cada uno de nosotros es el protagonista de su propia película, y como tal, sabemos perfectamente cuales son nuestras motivaciones para seguir adelante, y los problemas por los que atravesamos y que tenemos que desafiar para alcanzar la felicidad. Nosotros como espectadores y a veces co-protagonistas de la vida de las personas que nos rodean, tenemos que evitar juzgarlos y en definitiva, aceptarlos tal cual son; ya que si no, correremos el riesgo que nos eliminen  de la película de sus vidas.
En mi película: ¿Iré a la cata de whiskey?...

2 comentarios:

  1. Me ha pasado. Fue igual de raro. Era amiga de un amigo. Algo había en el aire, estoy seguro que eran feromonas traicionándome.

    Tuve un sueño erótico con sus tetas. Desperté con la verga dura como piedra y aterrado. ¿Ahora me gustaban las mujeres? Pensé. Y no, supe que era algo químico, alguna reacción que hizo estallar eso en mi.

    Emocionalmente estoy mejor con hombres y jamás nunca podría explorar una vagina. Soy también un gay requetegay hecho en México y hecho por mi mismo.

    Definitivamente concuerdo que en términos de sexualidad no hay blanco y negro, aunque queramos.

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  2. Ve, experimenta hasta donde tu conciencia te lo permita. Habrás hecho cosas con hombres que jamás pensabas y te arriesgaste y te gustó (como con el italiano). No te resistas; de la misma forma que lo hiciste hacia los hombres en un pasado, no lo hagas con las mujeres.
    Si durante la cita surge la oportunidad y tu cuerpo te lo pide, hazlo. No olvides que el límite lo pone cualquiera de las dos partes. Será como indagar en lo prohibido, porque me imagino que si nunca estuviste con una mujer fue por falta de ocasión o porque no querías verla. No dejará de ser placer.
    Los mayoría de los vegetarianos añaden huevo y leche a su dieta.

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