viernes, 11 de febrero de 2011

Etiquetados



El mundo completo, está lleno de etiquetas. Al entrar a una tienda no podemos evitar centrar nuestras vistas en preciosas papeletas que marcan a cada prenda como  una Gucci, Chanel, Dior o otras tantas marcas que hacen alegría a nuestras vistas y pueblan nuestros guardarropas.
 Lo que es impresionante, es que cuando uno se inicia como practicante de la vida homosexual,  se tiene que tomar la decisión sobre la marca o etiqueta que hay colgarse para nuestro desarrollo social. Esta etiqueta es tan importante, que  por ejemplo,  al entrar a un chat, luego de hacer las preguntas de catálogo (edad, altura, peso, centímetros de polla, etc)  cualquier gay pseudo-experimentado y con dos dedos de frente, remata con la clásica pregunta: ¿Rol?.
Es así como hoy en día, más allá que tener los ojos azules o marrones, o tener un doctorado en Yale, la preferencia sobre nuestra capacidad de dar o recibir trasciende para volverse clave a la hora de conocer a alguien,  ya que una incorrecta combinación de “etiquetas” podría llevar a dos alegres gays a darse espadazos toda la noche o a requerir un doble dildo a la usanza de la escena final de Requiem por un sueño (Requiem for a dream, 2000). Es así como al bailar arrejuntarle el trasero al ligue, o “apuntalarlo” durante el Waka Waka puede constuir o destruir el futuro de una relación que nace en cualquier bar o discoteca de sodomitas.
Con respecto a este punto, debo de admitir que por  muchísimos años, y debido a circunstancias de la vida o posiblemente ideas latinas preconcebidas, sobre que es más joto el pasivo, me auto-colgué una etiqueta sobre mi sexualidad.  Con el paso del tiempo, y una experiencia “penetrante” (nunca mejor dicho) por un italiano en una sauna que es todo lo contrario al Infierno,  me he dado cuenta que mi “etiqueta”  ha quedado invalidada, ya que hoy en día disfruto mucho más estar con un hombre que le guste absolutamente todo, sobre todo porque esto da mucho más juego para poder pasar más horas en la cama; es así como he aprendido a disfrutar “La Dolce Vita” gracias a aquél memorable semental italiano que gracias al cielo,  no le hizo caso a la etiqueta de “Cerrado” que colgaba de mi trasero.
No quiero decir con esto que las personas que se proclaman como activos o pasivos al 100% no estén disfrutando su sexualidad, sino simplemente reflexionar que basar nuestras posibilidades de conocer y tratar a alguien solo por su etiqueta de rol sexual, puede estar haciendo aún mas difícil encontrar el príncipe azul en medio de tanto sapo que besamos en Chueca o en la Zona Rosa.   
Creo que en esta vida, debido a que nuestra orientación sexual nos obligo a desafiar las historias prefabricadas que marcaba la sociedad sobre el ciclo de la vida,  lo mínimo que nos debemos es estar abiertos siempre a aprender, a experimentar y lejos de etiquetarnos a nosotros mismos, y no creer que solo hay realidades blancas o negras, aprender a disfrutar que la realidad que vivimos, tiene todos los colores del arcoiris.
¡Fuera etiquetas! Y a disfrutar el fin de semana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario