martes, 3 de mayo de 2011

Donde yo era reina y el era un rey, en un reino de cuentos de amor


Impresindible Sountrack: Castillo - Amanda Miguel

Desde que somos pequeños, nos adormecían contándonos historias sobre reinos lejanos, llenos de  dragones, cerdos con tendencias arquitectónicas cual Zaha Hadid, hadas madrinas, reyes más poderosos que el de Burguer King, muñecos de madera con más cambios de nariz que Ashley Simpson y sobre todo poblado por una elite de de mujeres hermosas, con voces divinas, talla 0 y con melenas de anuncio de Pantene: Las Princesas.
El viernes pasado y con sorpresa, me di cuenta que esos cuentos de hadas hoy más que nunca son válidos, ya que aunque parezca impresionante y a pleno siglo XXI, vivimos en un mundo donde hay más de 40 casas reales, y donde de vez en cuando, una que otra suertuda plebeya tiene la suerte de entrar a las páginas, no de los cuentos de los hermanos Grimm, sino a las de “literatura” más contemporáneas como el Hola, el New York Times o tantas publicaciones que llevan meses vueltas locas con la que han llamado la boda del siglo.
Ante tanta expectativa, y aprovechando que llegué mas temprano de un viaje de trabajo a Milán que tenía programado; Un Gay Hecho en México siguiendo los pasos de Joan Rivers, se dedicó a observar, y un poco viborear una boda llena de protocolo y audiencia, pero la verdad un poco ausente del glamour que podríamos esperar de un evento de esa envergadura.
Para nada soy diseñador de modas o un fashion trender, pero es que honestamente creo que a las hijas de Sarah Ferguson si que se les pasó el alcohol de su madre vía cordón umbilical con serias consecuencias, porque una parecía la versión pija y zombie  de Lady Gaga y la otra un pavorreal macho obeso en proceso de desplumaje;  por su parte la Reina Chabe quiso impactar con un color  de abrigo/vestido que parecía mas adecuado para la inauguración de una heladería que la de la boda de su nieto y segundo sucesor del trono. ¿Letizia de España? Como excremento de paloma: sin oler y sin apestar; con una Pamela muy fuera de su talla y un color nude que le hemos visto hasta el cansancio; gracias a Dios está casada con Felipe que el SI que parecía un príncipe de Disney; Letizia tendrá que entender que póngase lo que se ponga será foco de críticas, así que ojala espabile y empiece a soprendernos nuevamente como lo hacía unos años.  Por más que la casa Real diga que la princesa usa menos joyas y repite más ropa para solidarizarse con la crisis, eso no quita que es la representante a nivel MUNDO de España, y que es mejor que sea reconocida por su buen gusto y glamour que por verse cutre, improvisada y fuera de talla por flaca.
Entre las desgracias textiles, tengo que reconocer que por mucho la mas trend setter y arriesgada fue Victoria Posh Beckham, que con un estilismo sobrio, unos tacones imposibles de YSL y un tocado que parecía fusión de un arreglo floral oriental y un gorrito de azafata se veía guapísima y con el mejor accesorio del mundo: David Beckham. Otro de los aciertos, la hermanita de la novia, Pippa Middleton, que en unos meses se ha vuelto la soltera más codiciada de la aristocracia británica, subiendo más rápido que la espuma y probando que las habilidades trepadoras  de Salma Hayek son cosas de niños, ya que la socialité se colgó del brazo de Harry, sonrió como modelo y lució un traje McQueen que le quedaba como un guante, guante de una mano con cuerpazo, por cierto.
A final de cuentas y quitando lo mucho que disfruté el desfile de modas, pamelas, sombreros y hasta los besitos que se dieron los novios en el balcón; el tema de la monarquía en nuestra época sigue siendo un tema de reflexión y de análisis, sobre como países con un desarrollo social y económico tales como España o Inglaterra, siguen manteniendo monarquías, causando un parteaguas en la población, que los odia o los ama.
En lo personal y como mexicano, no dejo de pensar que como ciudadano pagador de impuestos me duele mantener a un séquito de personas que solo por nacimiento tienen una serie de privilegios  y riquezas que muchas veces no “desquitan”; aunque dando la vuelta a la hoja me encuentro con personas como la difunta LadyDi, que ya sea por pose, por rebeldía o por convicción fue una intensa activista en pro de los derechos de enfermos con VIH,  no solo de palabra, sino con múltiples actos de presencia, y hasta abrazos, a personas con la enfermedad terminal, cambiando la manera de ver a esta enfermedad en todo el mundo.
Aunque cierto es, y continuando con la pobre LadyDi, es el mejor ejemplo que una vida de privilegios para las familias reales también trae múltiples obligaciones, algunas estúpidas, como ser la comidilla de Paparizzis y de los adictos a la prensa rosa, que indirectamente por el acoso causaron que abandonara este mundo en un accidente automovilístico.
Creo que en el fondo, y por más republicanos que querramos ser, siempre existe un pequeño príncipe o una pequeña princesa, según el nivel de travestismo que tengamos, que siempre querrá salir a luz;  y no será solo por la cantidad de tul de nuestras faldas reales, las zapatillas de cristal Swarovskys o las orgías con los 7 enanos, sino porque todos, después de oírlo tanto en cuentos, queremos encontrar a nuestra media naranja, que aunque parezca sapo besaremos, que nos impulsará a superar la narcolepsia como La Bella Durmiente aunque tengamos que abandonar la cola de pescado como La Sirenita, o cambiar de look como Rapunzel, para lograr finalmente vivir felices por siempre… POR SIEMPRE.

No hay comentarios:

Publicar un comentario